Decidimos juntarnos organizaciones sociales feministas, de protección de derechos de personas en contextos de encierro, pro-migraciones, así como colectivos de comunicación, centros de investigación, organizaciones de derechos humanos y personas que investigan sobre las prisiones de forma comprometida a fin de abrir caminos en las grietas del discurso hegemónico que para todo problema social tiene como respuesta el castigo.
Necesitamos detener la poderosa máquina creadora de realidades violentas con la cárcel en el centro como mal necesario y los castigos como único horizonte posible de cohesión colectiva. La cárcel y, más allá de ella, las múltiples formas de encierro, tienen una historia situada: nacieron, se extienden e intensifican, y, como toda fabricación humana, pueden tener un fin.